Hay autores que un buen día mientras esperan a que se hagan las tostadas, se dicen: ¡voy a escribir fantasía! Algo así tuvo que ocurrirle a Stephen King, maestro del terror y el suspense, cronista de todo lo paranormal que sucede en Maine, Nueva Inglaterra, cuando se decidió a escribir el ciclo de la Torre Oscura. Y como a él, a tantos otros autores que un fatídico día optaron por hacer una temeraria incursión en el género fantástico.
No es el caso de F. J. Sanz.
F. J. Sanz cumplió las 7 etapas previas antes de lanzarse a escribir fantasía épica:
✔ A muy temprana edad comenzó a leer los fantásticos libros de Elige tu propia aventura, los rojos y los de AD&D (negros).
✔ Más tarde descubriría los Reinos Olvidados, Dragonlance, Sol Oscuro y ya no quiso abandonar el género fantástico.
✔ Es heavy y se nutrió de las influencias épicas de Blind Guardian, Gamma Ray, Avantasia o Sonata Arctica, entre otras.
✔ Fue jugador de rol, de los de papel, lápiz y dados alrededor de una mesa, en AD&D, Vampiro, Hombre Lobo, Cthulhu, Paranoia…
✔ También de PC, conquistador de títulos como Baldur’s Gate, Diablo, Neverwinter Nights, Planescape Torment, Warcraft… e incluso admite tener cuenta de World of Warcraft y respetar el lore (lo que sea que signifique eso).
✔ Se ha criado con películas como La Guerra de las Galaxias (¡las auténticas!), Star Trek, Willow, Battlestar Galactica, Matrix o El Enano Rojo.
✔ Y posee una cualidad indispensable para ser un buen escritor de literatura fantástica: le gustan los gatos. Mentira. ¡Le apasionan!
“Para ser un buen escritor antes hay que haber sido un muy buen lector”
Si leer El pozo de las tinieblas (Douglas Niles, Las Moonshaes 1) supusó el comienzo, devorar las páginas de El iniciado (Louise Cooper, El Señor del Tiempo 1) marcó el camino a seguir. Hoy, con una biblioteca privada de más de 1000 títulos pertenecientes al género de ficción y varios miles más de libros leídos, se siente preparado para opinar sobre literatura fantástica. También para solicitar ayuda cada vez que toca hacer mudanza.
Ávido lector, el principal motivo que lo impulsó a escribir fue no repetir los errores de los autores de diferentes títulos que habían pasado por sus manos. No, F. J. Sanz reclamaba el derecho a cometer los suyos propios. No más seres de luz que aparecían de la nada, en el momento crítico, para salvar tanto la trama como las vidas de unos personajes condenados a morir sin remedio. Se acabaron los héroes de turno que salían indemnes de toda escaramuza, mientras los personajes de atrezzo morían a puñados sin que llegásemos siquiera a conocer sus nombres. Una de las posturas que F. J. Sanz defiende a capa y espada es que, una vez iniciado el asalto al castillo y desde sus almenas comienzan a llover miles de flechas, tantas posibilidades tienen éstas de morder la carne del héroe, como la del cualquier otro de su compañía. Si un personaje, por muy protagonista que sea, ha de morir, morirá.
“Si un protagonista ha de morir, morirá”
No, no tratéis de culparle por la dramática muerte de vuestro personaje favorito. F. J. Sanz alegará que, como escritor, no es un sádico dios todopoderoso que gobierna el mundo a su antojo y disfruta con el sufrimiento de los héroes de la historia. Nada más lejos. Él se describe como un cronista, un Forjador de Crónicas, cuya humilde labor consiste en transcribir los acontecimientos que suceden en los fantásticos mundos y realidades de los que es testigo.
La predilección de F. J. Sanz por protagonistas de sexo femenino queda patente en la mayoría de sus obras. Basta conque pensemos en personajes como Dyreah (Ojos de Jade), Kieve (Ojos de Jade y Legado de Sombras), Tarani (Legado de Sombras), Axelsson (La leyenda de Dómino) o Fiajna (DRH, de próxima publicación) para que nos demos cuenta de esto. Tanto es así que uno de sus libros favoritos es La puerta al país de las mujeres, de Sheri S. Tepper.
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