Pues soy una persona corriente, nadie excepcional, salvo por esas indigentes que viven en mi cabeza y que no paran de dar berridos, también conocidas como Musas. No hace mucho que escribo, y lo mío fue más por la necesidad de cerrarlas el pico que porque realmente creyera que pudiera hacerlo. Me equivoqué de pleno; y no sólo porque las muy condenadas no pararon de contarme historias (y cada vez más y más), sino porque descubrí mi verdadera vocación.
No tengo oficio ni beneficio, a mi pesar, aunque hubo un tiempo de nieves y bienes en los que solía ser administrativa comercial. Estoy casada, y enamorada. Todavía vivo en esa nube de color rosa preñada de ilusión, quizá por ello me guste tanto leer romántica y escribirla; sí, reconozco que dejo un poquito de mi alma en mis novelas.
- via Goodreads