Bing Harlan pensó que la rubia resultaba imponente. A la vista, no cabía duda que era así. La rubia estaba ya en el autobús cuando subió él, si bien no debía hacer mucho tiempo. Se hallaba próxima a la entrada y se aferraba a uno de los tirantes sujetos al techo.
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Bing Harlan pensó que la rubia resultaba imponente. A la vista, no cabía duda que era así. La rubia estaba ya en el autobús cuando subió él, si bien no debía hacer mucho tiempo. Se hallaba próxima a la entrada y se aferraba a uno de los tirantes sujetos al techo.