La cuesta se fue suavizando, las paredes en que estaba encerrado el tren, iban descendiendo y finalmente el convoy volvió a verse situado dentro de ilimitados horizontes, en lo alto de una meseta. Billy se encontraba solo en su departamento. La escasez de viajeros lo permitía así. El joven no se sentía con ganas de charlar con nadie, adivinando que detrás del escueto telegrama había toda una historia que no era normal.
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La cuesta se fue suavizando, las paredes en que estaba encerrado el tren, iban descendiendo y finalmente el convoy volvió a verse situado dentro de ilimitados horizontes, en lo alto de una meseta. Billy se encontraba solo en su departamento. La escasez de viajeros lo permitía así. El joven no se sentía con ganas de charlar con nadie, adivinando que detrás del escueto telegrama había toda una historia que no era normal.