Grace Morton mantenía los ojos entornados. De su mano había caído un libro de poemas de Rilke. Sin embargo, no dormía. El pequeño gabinete en donde se hallaba, amueblado con sencillez y buen gusto, convidaba al recogimiento, y más, en aquella hora del atardecer en que las sombras lo iban invadiendo, suavizando los contornos hasta dar a las cosas un aspecto casi irreal.
Description:
Grace Morton mantenía los ojos entornados. De su mano había caído un libro de poemas de Rilke. Sin embargo, no dormía. El pequeño gabinete en donde se hallaba, amueblado con sencillez y buen gusto, convidaba al recogimiento, y más, en aquella hora del atardecer en que las sombras lo iban invadiendo, suavizando los contornos hasta dar a las cosas un aspecto casi irreal.