El cantor de Tejas: Desde lo alto de la colina, el jinete contempló la desagradable extensión de casas y corrales que algún humorista había bautizado con el inapropiado nombre de Pueblo Lindo. Era un insulto al buen gusto más elemental, y aunque en 1885 el Oeste de Tejas no era precisamente un lugar donde el buen gusto imperase, Pueblo Lindo era considerado por el noventa y nueve por ciento de quienes lo conocían como un lugar desagradable.
El regreso de Kidd Garnett: El capitán Bruce Cargan, de los rurales de Tejas, recordó otras noches parecidas a aquella. Noches de luna, de luna como solo sabe lucir en Tejas, con el aire lleno de rasgueos de guitarra, de ecos de canciones mejicanas y españolas, que habían resonado en aquellas tierras mucho antes de que Henry Hudson remontara el río que debía llevar su nombre y muchísimo antes de que Peter Stuyvesant fundara Nueva Ámsterdam, poniendo los cimientos de la futura Nueva York.
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El cantor de Tejas: Desde lo alto de la colina, el jinete contempló la desagradable extensión de casas y corrales que algún humorista había bautizado con el inapropiado nombre de Pueblo Lindo. Era un insulto al buen gusto más elemental, y aunque en 1885 el Oeste de Tejas no era precisamente un lugar donde el buen gusto imperase, Pueblo Lindo era considerado por el noventa y nueve por ciento de quienes lo conocían como un lugar desagradable. El regreso de Kidd Garnett: El capitán Bruce Cargan, de los rurales de Tejas, recordó otras noches parecidas a aquella. Noches de luna, de luna como solo sabe lucir en Tejas, con el aire lleno de rasgueos de guitarra, de ecos de canciones mejicanas y españolas, que habían resonado en aquellas tierras mucho antes de que Henry Hudson remontara el río que debía llevar su nombre y muchísimo antes de que Peter Stuyvesant fundara Nueva Ámsterdam, poniendo los cimientos de la futura Nueva York.